8/15/2012

La izquierda mexicana (el recuento de los d-años)

No estamos solos (viviendo a la izquierda)

El agrado que me produjo encontrarme, esta misma noche, con algunos viejos amigos y otros añejos conocidos del mundo periodístico, sólo es equiparable con la tranquilidad que me ha dejado el saber que algunas de mis más profundas e impopulares posturas políticas respecto a la izquierda mexicana, no son del todo huérfanas ni están del todo aisladas.

Finalmente, yo estoy lejos de lo público: vivo bajo la densa cobija corporativa y en la que transito lejos del periodismo o de cualquier intención de hacer proselitismo de cualquier tipo. Sin embargo, no deja de darme gusto el saber que se puede ser de izquierda sin caer necesariamente en el fanatismo maniqueo al que nos pretenden llevar -siempre- medios y mensajeros que no saben conducir un análisis político sin llegar siempre a los nombres y los apellidos. Analistas expertos en el ad-hominem en donde toda la izquierda es desvirtuada por si AMLO o no AMLO. Juiciosos que sin más explicaciones, repiten que ese gran enfermo de poder y ese  mesías-lastre es suficiente para descalificar todo lo que de él proviene. Argumento muy elemental y francamente muy facilista y holgazán. Les falta hacer las cuentas, como decía esta noche el periodista principal, y recordar que no hay otro político vivo que haya contabilizado tantos votos en toda su carrera.

Vivir en la izquierda, pues, no es sólo esa disyuntiva maniqueísta que muchos izquierdistas (por no decir beneficiarios políticos) quieren tratar de lanzarnos a la cara, permanentemente, y siempre bajo el cobijo de algún reflector mediático: "Estas con la izquierda verdadera (la mía, pro o anti AMLO) o contra la izquierda". "Estás con las instituciones (corruptas) o estás contra ellas (y contra la Nación)".

Hoy tengo claro que no hay una razón suficiente que justifique claudicar a ninguna postura, si es por el puro afán de negociar los cíclicos prebendos y las interminables prerrogativas de las que muchos de estos gusarapos políticos gozan. Vivir la izquierda también puede ser una condición ciudadana, personal, desesperada, honesta y no por ello menos válida y menos "de izquierda", se ame o se odie a AMLO, como algunos prefieren siempre medir para arrebatarte la causa y despojarte de tu derecho a opinar. Superar a AMLO no implica necesariamente repudiarlo en público, ¿estamos claros? 



Transición es transacción

La sociedad mexicana, pues, se interna en estos turbios meses de "la transición", y los medios de mayor masificación ya han comenzado la tenue y paulatina disminución del "volumen" hacia la cobertura de las protestas poselectorales y los distintos movimientos anti-imposición que las conducen.

 #YoSoy132 continúa tratando de ser desmantelado desde muchos frentes y cuando menos en apariencia mediática, para que esta idea de fragmentación y dispersión que se ha venido vendiendo en las últimas semanas alcance incluso las mentes de sus propias bases, liderazgos y tangenciales simpatizantes.

Todo parecería indicar, pues, que luego de la última resolución del TEPJF, y en la que de facto se convalidó cuando menos la gran mayoríra del cómputo oficial del IFE (dejando fuera casi 69000 casillas cuestionables), nos conducimos de forma inexorable a la legitimación institucional de Enrique Peña Nieto como presidente electo (así, con minúsculas) de este país, vulnerado una vez más por sus propios y añejos demonios.Y en los medios se nos vende que "a nadie ya le importa", "ni siquiera a los del 132".

Sabrán que no soy ni se me cuenta entre los esperanzados activistas que pretendían una resolución distinta por parte de nuestras "instituciones" electorales. Me he preparado para esta legitimación de la farsa desde el mismísimo momento en que Felipe Calderón lanzó su mensaje pregrabado de concesión, la misma noche del primero de julio y portando una sonrisa realmente macabra. Pero no por ello me han dejado de doler el oprobio y la vileza con los que esta elección fue preparada desde hace varios años y ejecutada después. Y tampoco por ello merecería la pena admitir -con total sumisión- que no resta nada por hacer. Es necesario, una vez más, y con mucha más urgencia que en el 2006, recoger nuestros pedazos.


Desesperanza por deporte


Hace unos cuantos meses, cuando la campaña de AMLO se resistía a despegar a mitades de abril y principios de mayo, mi desesperanza era mucho mayor que la que siento ahora. Presuponía, en parte empujado por las encuestas mentirosas y en otra muy buena parte por mi propia condición de investigador social y de opinión, que la tarea que AMLO tenía que hacer para ganar era verdaderamente imposible. Y lo era no sólo porque la opinión pública-mediática y la preferencia ciudadana parecían obstáculo insalvable para AMLO y sus operadores de campaña, sino porque nadie, desde la sociedad civil, se había sumado aún a la construcción y propagación de mensajes.

"Las izquierdas", ese término tan cantado y repetido en este proceso electoral, nunca fue más exacto y elocuente que en esta ocasión: La de AMLO no fue una campaña "de la izquierda", y no sólo porque hubiese una suma de emblemas y partidos "oficiales" tras él (porque era casi idéntica en 2006, con la salvedad de que entonces, la ley electoral obligaba a los candidatos aliancistas a presentarse bajo un emblema único), sino por el hecho de que, en esta ocasión, fueron muchas y muy diversas las voces y los reclamos y los gritos cuasidesesperados de justicia social los que se agruparon debajo y alrededor del candidato tabasqueño. Una verdadera colusión de "izquierdas" políticas, ciudadanas, indígenas, burguesas e intelectuales. Un complot progresista, si se le quiere ver así, y que padecía de las virtudes y las desventajas de existir a partir de tan inmensa diversidad. Nada que ver con lo ocurrido en 2006, cuando un eslogan y una serie de monitos y comerciales insulsos nos llevaron a muchos a votar de forma alineada y masiva, y que nunca supieron responder a los ataques fina y maquiavélicamente orquestados desde la derecha. Y diferente también porque nunca en 2006 esos mensajes lograron involucrar a tanta gente como esta vez, hasta el tuétano, y desde todas las trincheras mediáticas y alternativas que han surgido y se han consolidado desde entonces.


Cambio de hábitos es cambio de feligreses

Vino entonces #YoSoy132, construido a partir de un suceso que -para muchos chilangos que vivimos dentro o en contacto con cierta burguesía ilustrada y comodina- resultó un fenómeno casi inexplicable:  Partiendo del repudio anunciado que viviría Peña Nieto en la Ibero, luego de que pactó su aparición en ese lugar si y solo si podía llenar el auditorio con acarreados ajenos a la institución (y probablemente a la realidad también), un grupúsculo de 131 estudiantes consiguió lo que un par de décadas de "comunicación social" perredista nunca lograron: Involucrar a la clase media en la discusión política del antipriísmo y la desigualdad social. Involucrar a los recién bautizados hipsters mexicanos, sus padres y sus cogeneracionarios en el activismo y la propagación de mensajes inteligentes, alejados del "espotismo", y capaces de cuestionar respetuosamente a sus propios círculos sociales, antes tan comodinos y lejanos a todo debate que no se tratara de algún acto de consumo.

Lejos quedaron las campañas nefastas de Cuauhtémoc Cárdenas. O del mismo AMLO en el 2000 y 2006. Plagadas de referentes visuales burdísimos y de mensajes aún peores. Un simple acto de repudio logró que las izquierdas permearan en estratos sociales en los que nadie le hacía el más mínimo caso.

Y los 15 millones de votantes que "las izquierdas" lograron esta vez, no son ni cercanamente parecidos a los 14 que se levantaron en 2006. Y vaya que esto no es inherentemente negativo, puesto que, llevados a algún punto de optimismo entre toda la oscuridad que estamos viviendo ahora, BIEN PODRIAN SUMARSE en el futuro. O cuando menos hoy queda claro que un simple acto espontáneo de la sociedad civil, muchas veces vale más que mil espots amorosos que no le hablan a nadie. 



Cualquier análisis cuantitativo y elemental que pudiera habérsele pedído, por ejemplo, a una María de las Heras (que falleció esta mañana y que en paz descanse), pero nunca a un Liébano Saenz (que si tuviera un ápice de ética profesional, ya debería estar viviendo en Islas Cayman y desmantelado su "empresa"), nos indica cosas muy claras:

- El voto presidencial para el candidato de "las izquierdas", en esta elección, se compuso con la mayor diversidad demográfica y socioeconómica de todas. Al PRI claramente le votaron segmentos coptados por la TV, la pobreza marginal y el incentivo directo. Al PAN, su siempre fiel voto católico-cristiano y duro de las zonas más ricas o más religiosas del país. A las izquierdas le votó gente de todos los segmentos, por primera vez, universitaria ilustrada o pobre pero consciente. Jóvenes, muchos y universitarios también. Internautas, más que nunca.
- En comparación con la elección del 2006, el candidato de las izquierdas tuvo un importante desplome entre las comunidades marginadas (rurales y semirurales), pero a su vez, un muy destacable repunte entre la población urbana, clasemediera, de mayor nivel educativo y -claramente- entre aquella con acceso consuetudinario a Internet
- El nivel de participación ciudadana jugó estadísticamente a favor del candidato de las izquierdas, y de haber sido aún más elevado, hubiese puesto seriamente en jaque los cómputos oficiales (proyecciones cercanas al 70% le daban una victoria estrecha, por ejemplo)
- Las percepciones negativas del candidato de las izquierdas, que rondaban el 60% al comienzo de la elección, cayeron a menos de un 30% al final de la misma. Esto implica un 100% de "repunte" en el aspecto cualitativo de la valoración ciudadana
- En muchos estados y municipios del norte del país, el candidato de las izquierdas tuvo repuntes históricos de captación del voto, poniendo en el mapa, por primera vez en la historia, a "las izquierdas" que no solían existir en esas regiones, a pesar de que en todos ellos haya sido vencido por el PRI



De explicaciones no pedidas y acusaciones manifiestas

¿Cómo explicar este recambio tan impredecible en "las bases demográficas" del voto favorable a las izquierdas? Muchos analistas (serios) nos preguntamos lo mismo desde el primero de julio. Y sin ostentarme como el poseedor de esa verdad, de forma absoluta, aquí presento mi teoría:


1) El fenómeno Ibero+132 sin duda atrajo un importantísimo segmento de jóvenes "ilustrados" o en proceso de estarlo, a las propuestas antipriístas de las izquierdas. Si hay alguna esperanza para construir bases políticas para 2015 y 2018, reposa en ellos.
2) Este fenómeno pequeñoburgués vino intrínsecamente acompañado por una exposición espontánea e incomparable en medios electrónicos y redes sociales, y que cuando menos en principio (antes de los Peñabots, los Josefinabots o los AMLObots -cuentas ficticias que propagan mensajes en automático-) acusó del poder de ser enteramente genuina, obteniendo un nivel de exponencialidad que ningún "bot" puede lograr por más que le pisen el acelerador desde algún cuarto de guerra
3) Una parte sustancial de la siguiente generación (25-50 años), principalmente chilanga, aunque luego también urbana en general (mucho a nivel estatal), se adhirió de forma natural y particularmente enérgica y activa a esta propagación Y CREACIÓN de mensajes de campaña, exponenciando aún más el alcance de lo que en principio se trató de dibujar como "una protesta aislada de niños ricos pagados por las cabezas del PRD".
4) La campaña más efectiva de las izquierdas terminó siendo la que resultó ser APROPIADA por la sociedad civil y arrebatada de las manos de esos comunicólogos y asesores "oficiales" de AMLO (los que no paraban de dar bandazos entre la república amorosa, la mano franca y extendida y el propio hijo del candidato como protagonistas de los mensajes) y que no habían logrado gran cosa hasta ese momento.  Esta APROPIACIÓN no pudo ser más exitosa de lo que fue, pues produjo gran parte del repunte (real) que AMLO tuvo entre mitades de mayo y fines de junio, llevándolo de un incipiente 18-20% a las cifras que todos conocemos ahora.

Este simple e impactante fenómeno de apropiación ciudadana de la campaña, es digno de muchos análisis y estudios serios para quienes se animen a hacerlo desde la sociología, las ciencias políticas, la mercadotecnia, las ciencias de la comunicación o la simple y llana ciudadanía:  Lo cierto es que ocurrió. Medir con exactitud sus repercusiones estadísticas requiere más que un simple texto. Pero negar su existencia sería tan absurdo y cínico como obviar los casos de Monex, Soriana y otras tantas triangulaciones de recursos que ocurrieron, al mismo tiempo, en la otra trinchera. La triste realidad es que hoy todavía el uso discrecional del dinero pareciera ser más poderoso que la participación ciudadana. Pero es muy cuestionable que esa tendencia se mantenga en las próximas elecciones, a menos que la república de la simulación que está por instaurarse, tenga más logros que descalabros. Lo dudo mucho.



Menciones honoríficas para quienes honores merecen

Mi caso favorito de entre todas estas apropiaciones e intervenciones de la campaña, por mucho, fue el de AMLO.sí: Cónclave desinteresado de creativos, escritores, diseñadores, artistas, intelectuales, empresarios y otros simples y llanos ciudadanos comprometidos con su causa y sus ideas.

Ellos crearon -sin duda alguna- los mejores mensajes no sólo de esta última campaña, sino -muy probablemente- de todas las otras campañas "opositoras" de las que el pueblo mexicano tenga memoria. Sin miedo a excederse de los 30 nefastos segundos del espot tradicional, pero con toda la claridad de que había que mantenerse certeros, elocuentes y contundentes, estos genios ciudadanos produjeron toda clase de espots, documentales, infografías, gráficos fijos, materiales fotográficos y piezas de mercadotecnia y comunicación social, dignas todas ellas de toda clase de halagos y reconocimientos.

Involucraron, siendo muchos de ellos parte de un segmento social pudiente y creativo, a toda clase de redes ciudadanas, de bajo o de muy alto perfil, y forjaron lo que sin duda ha sido la campaña más humana, honesta y original de las que muchos tengamos memoria. Sin fanatismos ni vulgaridades. Sin ser condescendiente ni tratar al elector como estúpido. Sin eslogans excluyentes como "primero los proles" pero con toda la claridad y elocuencia necesaria para que sus mensajes les resultaras claros y coherentes a pobres y ricos. 

En el recuento de los d-años, no sólo se contabilizan perjuicios y heridas. Se recuenta también lo que parece que habrá de ser el gran capital político y ciudadano que habrá que enarbolar en la oscurísima era que se avecina. Y yo recuento, emocionado, lo que muchos jóvenes, los mismos que algunos -desde nuestro ostracismo- creíamos muertos en vida o carentes de deseo, hicieron para despertar a un segmento clave de nuestra sociedad. El mismo segmento en el que estamos muchos de nosotros, antes inmersos en la persecución inefable de la subsistencia, y cuando al parecer habíamos pasado mucho tiempo atendiendo lo urgente, en lugar de lo importante. 


Si nos peleamos por quiénes portan las antorchas más bonitas, ¿quién alumbrará esta oscuridad?

No todo es, sin embargo, enteramente alentador dentro de esta historia. Es claro como hoy se vive una hábil escalada en la infiltración y fragmentación del movimiento estudiantil y de muchos de los adherientes vetustos que le acompañamos. Ya se levantan desde hace semanas cientos de voces que reclaman ser "el verdadero 132", "la verdadera izquierda", la real "voz del pueblo" y los poseedores exclusivos de las causas de justicia social que reclama nuestra tierra ensangrentada. Algunas más hábiles que otras, pero todas en firme defensa de su ego y sus minucias ideológicas. Deja vu.

Yo espero, con toda honestidad, que logremos echar a un lado nuestros egos, cuando menos por un momento. Que esto no se vuelva (otra vez) una escena de "Life of Brian" en la que el "People's Front of Judea" exprese su desdén contra el "Judea's People's Front", en lugar de atender la enorme bota opresora que a todos nos dio motivos para salir de casa. Debemos ser maduros y recordar que esa fragmentación ha sido, históricamente, la causa fundamental de que los reclamos sociales y "las izquierdas" nunca hayan alcanzado materialización alguna y de que sean, precisamente, muchas izquierdas en lugar de una.

Y sólo hace falta mirar un poco hacia afuera. Recordar o devolverse a la historia. Observar lo que hace la derecha, esa sí: siempre una aún si habita en muchos partidos, pero que desde su trinchera magra y motivada únicamente por el dinero y la falsa superioridad moral, ha sabido siempre atender y destruir toda clase de oposición:

Ellos cuentan el dinero. Negocian su inmunidad. Preparan su salida (hasta del país, los muy cínicos) Arreglan futuros contubernios. Persisten exprimiendo a la sociedad. Preparan terrorismo fiscal en su año de Hidalgo. Y otros, que son los mismos, preparan el terrorismo político en su año del regreso al poder. Orquestan su próxima era del terror. Nos buscan en facebook. Nos enlistan y nos catalogan. Contratan a sus sicarios: virtuales, mediáticos, políticos y reales.

Esperan por nosotros, detrás de sus escritorios, firmándole cheques a quienes están listos para destruirnos. Mientras, aquí, seguimos peleando, como niños, por tener la razón más bonita de todas. Y algunos niños de esos insisten en que si no ardemos, no habrá nadie para alumbrar esta oscuridad.

Muy bonito, sí. Alumbrar la oscuridad es lo que hace falta.

Sin embargo, es preciso apuntar que si acabamos simplemente siendo llamarada de petate, y más ahora que tenemos las antorchas, el combustible y la intención, tampoco alcanzaremos a alumbrar otra cosa que no sea nuestra propia extinción. 








7/12/2012

El fraude somos todos

Sé bien que el presente post insultará irremediablemente las susceptibilidades de muchos votantes de izquierda, como yo, pero que aún guardan una beligerante esperanza respecto a lo que pueda pasar de aquí a diciembre. Quiero aclarar que, como ellos, yo también me encuentro profundamente herido por estas elecciones y todas las porquerías que involucraron. Por favor, traten de leer esto como un todo, y no como una cantaleta derrotista y conformista, puesto que no lo es. 


I. El madrugete

Sólo han pasado 11 días desde el madruguete postelectoral que, cercano a las 12 de la noche -como buen cuento de hadas- se montó el primero de julio para apalancar con velocidad extrema la victoria de Enrique Peña Nieto en las elecciones federales de 2012.

No gastaré más de un par de líneas para describir lo tétrico y nauseabundo que fue todo ese largo momento institucional. La sonrisa sádica de Felipe Calderón, su movimiento ocular cobijando el teleprompter o el del propio  Valdés Zurita, mientras ambos leían sendos mensajes de capitulación escritos por quién sabe quién, quién sabe cuándo, son suficientemente reales y autoevidentes como para necesitar decir algo más al respecto. "Atestigüemos, pues, la sodomización institucional de la democracia", pensé en ese momento. Y desde entonces no deja de dolerme el incuantificable asterisco de la dignidad.


II. Las mentiras

Muchas mentiras quedaron al descubierto esa misma noche. La primera, esa supuesta ventaja oprobiosa y grosera que -decían días antes- Peña Nieto claramente ostentaba sobre sus adversarios. Mentira con todas sus letras, porque 20 puntos en lugar de 6 nunca serán "un error metodológico", como ahora tratan de justificarnos los encuestadores. Y lo digo con todo conocimiento de causa, trabajando para una de las DOS empresas que condujeron estimaciones REALES durante la campaña y que publicaron datos en todo momento. En la mía -y vaya que me da cierta tranquilidad moral- el último dato arrojó 7 puntos de diferencia. Muy cercano al 6 que ocurrió en la "realidad".

La segunda mentira, también estadística, y también incuestionable, tuvo que ver con el supuesto "empate" entre AMLO y JVM. La misma que esas casas encuestadoras amañadas se empeñaron en apuntalar durante meses, y más enfáticamente tanto más cerca estaba el día de la elección. Empate que desde mayo era una absoluta falacia, pero que era propagandísticamente conveniente para desestimular el voto útil. Y aunque no me atrevería a asegurar que JVM haya aseverado, el mismísimo día del cierre de campañas, que tenía "todas las de ganar" motivada por una cuestión concertacionista, sí me resultó sospechosa toda su euforia claramente artificial, puesto que sabía, perfectamente, que no pasaría del 25% en el mejor de los escenarios. Ya serán ella y su conciencia (si es que hay tal) quienes tengan que lidiar con semejante engaño hacia sus partidarios. Se rumora que en el nuevo gobierno ocupará un lugar "feminista" y ciudadano, como pago por su alineación con la mentira. Eso lo veremos o, simplemente, no lo veremos.


III. La tercera mentira

La tercera mentira, sin embargo, no proviene de los agentes institucionales o privados que, en claro contubernio con el futuro gobierno peñanietista, dedicaron todos sus esfuerzos a la decepción y engaño colectivos. La tercera mentira nos la contamos nosotros, a nosotros mismos. Y es la que persistía en autoengañarnos respecto al peso específico que la sociedad ilustrada, los universitarios, las redes sociales y los nichos contestatarios de la clase media realmente tenían respecto al resultado electoral final.

Durante varias semanas reproduje, compartí y diseminé toda clase de información electoral proAMLO en las redes sociales que utilizo (pero a las que no PERTENEZCO, cabe aclarar). Lo hice porque muchos de esos mensajes me parecían relevantes, bien estructurados, claros, concisos y en ocasiones muy emotivos. Lo hice porque me interesaba propiciar polémica y abrir el camino hacia personas que, entre mis contactos, sabía que no comulgaban con mi visión política. Conseguí poco, francamente, pero persistí haciéndolo casi hasta el final. Y sin embargo, también tuve claro desde el principio que mucho de este esfuerzo era tan fútil como repartir banderitas de los pumas en pleno estadio de C.U. O como repartir Quarter Pounders en una sesión de Comedores Compulsivos Anónimos. Un mero acto de onanismo y masturbación ideológica. "Preaching to the converted" (predicando entre los conversos) como lo dicen tan claramente los gringos. Y aún así lo hice, en el afán de montarme en este carrusel informativo alterno que supusieron las redes sociales durante toda la campaña de 2012. Si en algo directamente sirvió semejante esfuerzo, simplemente no lo sé. Pero nunca me engañé a mí mismo confundiendo un par de clicks con un verdadero activismo o esfuerzo político-electoral. 

Debo aclarar que esta tercera mentira no es del todo "mentirosa" (valga la rebuznancia). La trinchera virtual sin duda le significó a la izquierda un crecimiento masivo y significativo en todos los niveles. Sólo hay que recordar que AMLO comenzó esta campaña en un lejano tercer lugar (18%) y la terminó por arriba del 30%. Esto es, cuando menos 12 puntos porcentuales que no llegaron por sí solos, ni mucho menos. Y como siempre he dicho: mejor será siempre el ciberactivismo que el ciberpasivismo. Tal vez no sea enteramente un acto enérgico y repleto de acción, pero dedicar unos clicks y unos teclazos al día es mucho mejor que dedicar tu experiencia electrónica entera a estupidizarte con la inmensa variedad de contenidos que se encuentran disponibles en Internet.

Pero sí era mentiroso, y lo es, en un nivel de autoengaño, pensar que las redes sociales (virtuales) podrían vencer o significar más que las redes sociales físicas, cotidianas, REALES -vaya- y que el simple hecho de que "en facebook", o en "la uni" el tal AMLO fuese "ganador" de toda clase de simulacros electorales, significaría que en la realidad ocurriría lo mismo.

A la gente de facebook, twitter, blogger y demás herramientas de interacción virtual se le olvidó, simplemente, que ni todos tienen acceso a Internet (35% de la población) ni todos acceden a la educación universitaria (10% de los estudiantes activos, NADA MÁS). Y, regodeándose en ese canto de sirenas que significaba leer a toda hora mensajes esperanzadores respecto a la postura electoral de los demás, se olvidaron de los muchos otros "Méxicos" que ni ven, ni oyen, y que son los mismos "méxicos" que no tienen la estructura educativa básica y suficiente para trascender los lugares comunes del discurso político, o que simplemente viven en condiciones tan apremiantes, que una despensa de Soriana o unos simples 500 pesos en muchas ocasiones son la diferencia entre una semana más sumidos en la mierda, o una semana "significativa" en la que podrían comer algo mejor, o comprar unos pinches tenis chinos de 100 varos para toda la familia.


IV. La realidad que nos cae encima: el aprendizaje

Y entonces, vino la elección.

Unos días antes me desgañité en mi pesimismo. Dije, con toda claridad, que sin una ventaja de cuando menos 10 puntos porcentuales, AMLO y todo el proyecto de nación de la izquierda estarían en una posición muy vulnerable a la monumental compra de votos y estrategias de fraude hormiga que se venían el primero de julio. Y, con toda precisión, eso fue justamente lo que pasó: Una claramente multidimensional convergencia de factores fraudulentos logró producir más de tres millones de votos de ventaja para EPN y, a pesar de que AMLO, "ese peligro para México" logró acumular un millón de votos más de esos 14 que en 2006 le fueron contabilizados, contra todos los pronósticos, y en un inmensamente loable y CIVIL ejercicio de campaña electoral, los priístas se despacharon con DIECIOCHO. Dieciocho millones de votos, ni más ni menos (dicen ellos), y que significaron el 6% de ventaja que CON TODA SEGURIDAD (puesto que el IFE y el TEPJF son claramente un par de ceros a la izquierda -de la izquierda) llevarán a un imbécil -como pocos- a ocupar la primera magistratura de la nación.

Casi de forma automática comenzaron a subirse discrepancias y divergencias al facebook y las redes sociales en su conjunto. Una "sábana" electoral equívoca por aquí y otra por allá. Errores en el PREP, tendencias y evoluciones matemáticas lineales muy sospechosas que apuntaban a un nuevo fraude electrónico por parte de Hildebrando (mismo proveedor que en el 2006, increíblemente). Y yo, con toda franqueza, sigo devastado por los propios resultados como para alinearme con una u otra postura: sea la derrotista o la contestataria, que me sería mucho más natural.

Aquí, desde el día once de este "ejercicio" electoral, tengo pocas cosas que aseverar contundentemente. La primera, tiene que ver con este fantasma conceptual que supone ser "el fraude". No EL FRAUDE, en toda la extensión del término, sino "el fraude" comprendido como esa explicación casi falaz que quieren darle muchos de mis amigos al hecho de que EPN tenga 3 millones de votos de ventaja en los conteos "oficiales". Amigos: Son TRES MILLONES de votos. No es como en 2006, en donde claramente hubo un fraude orquestado por el cuñado de Calderón, y el TEPJF tendría que haber obligado a un voto por voto que simplemente se desdeñó. Se trata de TRES MILLONES. Entiendo que muchos pueden haber sido comprados. Otros apócrifos. Entiendo que el propio PAN ha admitido (jugando al good cop-bad cop) que hubo serias irregularidades. Pero NADA propiciará que, por la vía legal, el TEPJF, totalmente coptado por el PRI-PAN-COPARMEX-CONCAMIN invalide esta elección. Nada. Y estoy tan triste como ustedes, en este sentido. Y tan encabronado, también. Pero eso no alcanza a entrever lo que este FRAUDE significa.




V. ¿Qué cosa es el fraude?

Creo firmemente en que hay un fraude. Un fraude educativo. Un fraude casi antropológico: Una nación construida desde hace 50 años por un gran educador tramposo, que es Televisa. Y un fraude que LUEGO ENTONCES somos nosotros, como sociedad. Un fraude que hoy describen innumerables medios de comunicación extranjeros: Simplemente no pueden creer que hayamos votado, mucho o poco, por alguien tan inmensamente vacuo y estúpido como Enrique Peña. Les resulta ridículo, insultante, oprobioso, repulsivo el puro hecho de que un PENDEJO como ese haya tenido la OPORTUNIDAD de contender por el máximo liderazgo de la nación. Y no es que me embargue un súbito
pudor frente a lo que opinen los canadienses o los alemanes de nuestra democracia (como buen ciudadano, ya llevo toda mi vida avergonzado de vivir en un país en el que la política sólo existe cada seis años y se aborda desde la ciudadanía como si fueran las olimpiadas o el fútbol, descansando en "hinchas" en lugar de ciudadanos politizados). Y tampoco digo que el fraude somos nosotros en un ejercicio de autoflagelación católica, puesto que me queda claro que YO y mucha de la gente que amo nunca se ha acercado así  a la política. No es que "los de izquierda" sean un fraude. Ni tampoco los "de derecha". Me refiero a TODOS, como nación, como sociedad, como conjunto de mexicanos, decimotanta población del mundo, y que todavía somos susceptibles a engaños como el de ahora, o el de 2006, o el de 2000, incluso, que en esta elección nos demostró que era un prostituto del poder más grande  y repulsivo que sus propias botas guanajuatenses.

El fraude somos todos porque lo hemos permitido. Porque nos damos la vuelta, una vez que votamos, y nos ensimismamos en nuestras preocupaciones "coyunturales" en lugar de atender el insultante ROBO del que somos víctimas en cada sexenio. La "amnesia sexenal", nunca mejor ilustrada que en la novela "Cerca del Fuego" de José Agustín, ya dejó de ser algo "simpático" y digno de "ficcionarse" para convertirse en nuestra característica endémica y más nauseabunda de todas. No se puede ser "ciudadano" y vivir un involucramiento tan fugaz como una gripe estacional. No podemos esperar que tan sólo por atender durante unos meses las campañas electorales, y abogar por nuestras convicciones "un ratito", la realidad vaya a cambiar por sí sola. Es hora de levantarse. Sí, pero del sillón, de la cama, de la milpa o del cubículo de nuestras oficinas. Levantarse no para agredir y violentar: levantarse para ser ciudadanos y no paleros de la teatralidad electoral que nos significa desde hace ocho décadas, ni más ni menos.

Supongamos que el PRI realmente "compró" 5 millones de votos. Personalmente, me parece una cifra impagable para cualquiera, incluido Slim. Pero supongamos que sí, que fueron tantísimos votos. Oquei. Eso no explica cómo los otros 13 millones de mexicanos optaron convencidos para votar por el PRI. Eso no explica por qué es que #YoSoy132 se haya tardado TANTO en llegar, y que en sus escasos tres meses de existencia apenas le haya hecho notar a tanta gente lo MAL que nos hacen Televisa, TV Azteca y los demás cómplices de la estupidización colectiva. ¿Dónde han estado, no los niños del 132, que son eso: niños, sino TODOS LOS DEMÁS, que ahora se manifiestan junto a ellos como si esta mierda no tuviera 50 años ocurriendo?

...

Somos y seremos un fraude de nación, un fraude de sociedad, un fraude de "revolución" de las conciencias, hasta que no admitamos que hemos vivido en la comodidad o la preocupación "personal" durante muchísimo tiempo, y que apenas ahora "vamos despertando". Somos y seremos un fraude si permitimos que esta elección, TRISTEMENTE YA DECIDIDA, sea el punto final de nuestros reclamos. Somos y seremos un fraude si permitimos que el descontento no trascienda las personas y a los personajes y se convierta en una emoción colectiva REAL y sustentable (porque AMLO, queridos, no es el motor de tanto descontento, aunque así lo quieran retratar los medios alineados). Somos y seremos un fraude si permitimos que este descontento se vuelva a desvirtuar en un blandengue plantón en Reforma o en un simple y llano derrotismo inundado de conformidad que repita "Peña ya ganó, pongámonos a trabajar". Ni lo uno, ni lo otro. Seremos un fraude a perpetuidad si así lo permitimos. Seremos otra cosa, quizás un despertar legítimo y cierto o una verdadera revolución de las conciencias, si tomamos el mandato de esos 15 millones de mexicanos descontentos, mas los 12 millones de panistas que no saben realmente lo que quieren, pero quieren paz y tranquilidad, y lo convertimos en historia. En algo permanente y no fugaz. Hay que recordar que la vida no es un post, ni mide 140 caracteres. La vida sigue, persiste y cada vez más rápido. En 3 o 4 sexenios seremos MUY viejos, si llegamos. Y no podremos llegar ahí sin ser un fraude, a menos que hagamos algo, más allá de los AMLOS y los Ebrards, que nos permita convertir esta pocilga de sociedad, en un lugar digno y humano en el cual todos tengan cabida, y todos puedan vivir, y no sólo eso: vivir con dignidad. De pie. 




Epílogo suplicatorio:

No apunto con el dedo, ni tampoco satanizo, ni tampoco desdeño a quienes enfurruñados en el mismo coraje que yo tengo, hoy buscan la anulación, la invalidación, la defensa del voto. Los apoyo. Los admiro. Quisiera tener el tiempo y la energía para estar junto a ellos en toda acción y en todo momento. Pero sí les pido, por el bien del futuro, por el bien de capitalizar esos 15 millones de votos y no volverlos a tirar por el caño como en 2006, que evitemos toda desobediencia civil que  le de pie a las televisoras para desvirtuar nuestro descontento. No dejemos que nos vuelvan a sumir en el fondo de las preferencias electorales, y en el fondo de la legitimidad social. Entendamos nuestro mandato. Asumámoslo. Y espero, con toda esperanza, que AMLO mismo sepa que quizás lo más sabio en este momento sería desmarcarse, para que entonces nadie en el mainstream mediático pueda seguir argumentando que es "ese loco de poder" el que motiva nuestro descontento. Somos todos. Todos estamos descontentos. Y por favor, sigámoslo estando. 

6/02/2012

Misión imposible 2012.



No es este un post más de adulación y ciega idolatría hacia AMLO o lo que representa. No soy un creyente, en ningún sentido de la palabra, de nada: mucho menos de un personaje político tan cuestionable como el propio Andrés Manuel, a quien si bien apoyé en 2006 tan contundentemente como pude, siempre lo hice desde el escepticismo en el que suelo posicionarme cuando se trata de liderazgos y personajes tan ambivalentes como los que transitan en el ámbito político mexicano. Para mí, votar y creer son verbos incompatibles y sobre todo en un país donde las lealtades son tan frágiles como débiles son los motivos que la gente abraza para apoyar a cualquiera. Así que yo siempre me desmarco de la idolatría. Siempre.

Y sí: México es un país en el que la mayoría de la gente se aproxima a las contiendas políticas como si se tratara de rivalidades futbolísticas o deportivas. Rara vez se analiza y se piensa: casi siempre se aplaude y se "hincha" por estos personajes, como si no estuviesen en juego todos los destinos de esta nación tan convulsa y fragmentada. Nuestros putos destinos, carajo. Como si eso fuera poco.

De hecho, si tuviera que describirme, tendría que admitir que soy una de esas personas que -por sobre todo- envidian la capacidad que el grueso de la población mundial parece tener para ejercer eso que denominan como "fe", "esperanza" o -sin ir tan lejos- incluso "entusiasmo". Envidio a los hinchas pamboleros, a los peregrinos de la basílica, a los que asisten a los mítines del PRI-PAN-PRD y realmente vociferan desde el fondo de su alma. Y es así que no me considero como uno más de los injustamente denominados pejezombies que, si bien muchas veces se describen bajo un estilo bastante consistente (niegan realidades tan claras como los garrafales errores que AMLO cometió tanto en el GDF como en la campaña de 2006 o en el conflicto postelectoral subsecuente), no son tampoco -todos ellos- personas fanáticas o ignorantes que carezcan de capacidad de crítica o autocrítica, sino -creo yo- responden más al impulso emocional que los obliga a desear un país mejor y cuya posibilidad de concreción atribuyen, ahí sí quizás de un modo muy ingenuo, a las capacidades de una sola persona (y en su caso particular, a Andrés Manuel). Eso es lo que no soy, pero tampoco y parafraseando la canción de Molotov, soy un pendejo.

Desapruebo como nadie el "caudillismo". O eso que normalmente se describe como "caudillismo mesiánico" y que sin duda pareciera ser una de las debilidades que se atribuyen a los tales "pejezombies". Yo creo, sin embargo, que el caudillismo "is in the eye of the beholder" (es de quien adjudica la fe, y no de quien resulta depositario de tales esperanzas). El caudillismo es un mal del elector mexicano, y no necesariamente del candidato elegible. Y considero, además, que el término "caudillo" está mal empleado, particularmente desde 2006, pues es más bien una condición que se otorga a posteriori, esto es, después de haber ejercido el poder o el liderazgo, y nunca antes.

La RAE (esa añeja institución a la que algunos todavía recurrimos a veces) define al caudillo como un "Hombre (vaya desviación machista) que dirige algún gremio, comunidad o cuerpo" o como una cabeza y guía que comanda un batallón en tiempos de guerra. Yo no veo a AMLO como un caudillo, cuando menos no en esta coyuntura electoral, porque creo honestamente que se ha despojado de forma importante de la soberbia egoica que lo impulsaba hace 6 años. Quizás haya sido Beatriz, su mujer, quien lo ha llevado a una postura más adaptable y elocuente en esta ocasión. Aunque me inclino a pensar que fue la muy negativa reacción que la clase media -estúpidamente o no- tuvo ante su postura postelectoral, lo que ha convertido a AMLO en una opción más inteligente y deseable de lo que nunca fue en 2006 (a pesar de que entonces también lo apoyé, claramente motivado por el deseo de que en este país comenzaran a atenderse las heridas profundas que han dejado tanto la desigualdad como el modelo neoliberal que hoy se sabe sobrepasado, sobre todo cuando se mira a Europa y Estados Unidos, lugares en los que hasta hace muy poco el capitalismo de Chicago parecía una vía incuestionable hacia el bienestar).

Sea lo que sea aquello que ha transformado a AMLO, tanto en la realidad como en la mente del electorado (hoy muy pocos electores "informados" se atreven a decir que solo los ignorantes "jodidos" lo respetan) y que parece haber atraído a tanta clase media, creo que lo importante está no sólo en el clarísimo hecho de que su campaña ha levantado hasta niveles insospechados hace apenas unos meses, sino que también en la sociedad parece nacer una nueva clase de electores que, lejos de esperar que las promesas se materialicen por arte de magia, están comprometidos con su construcción, primero, y luego con su vigilancia.

Junto con el avance de AMLO, hoy somos testigos del avance de una nueva nación crítica y que -gane o pierda- parece que sobrevivirá a esta campaña electoral y logrará instaurarse de forma contundente como un nuevo poder social que, si todo sale bien, logrará apropiarse de las herramientas democráticas necesarias para constituirse en un contrapeso real frente a la política del spot y la estupidez que representa muy fuertemente el príísmo y en la que el panismo ha estado jugando desde hace 12 años.

Con todo esto, lo que quiero afirmar es que los datos más recientes finalmente han resucitado mi esperanza en México y sus posibilidades. Hasta hace muy poco, pensaba que no existía forma alguna en la que los electores mexicanos despertaran de su letargo reciente y se involucraran mucho más activamente en la valoración de sus opciones políticas y en el ejercicio de sus libertades democráticas. El movimiento #YoSoy132, si bien reciente y en ocasiones naive, es -me parece- el despertar de un sector que México necesitaba desesperadamente si es que pretendía consolidarse como un país democrático y no como una caricatura del mismo. Esta juventud que hoy se abalanza sobre las calles, las paredes, las redes sociales y las vitrinas informáticas, es un respiro de esperanza y posibilidades que -espero- esté preparado para todos los escenarios que pudieran venir en los próximos días. Si el estirón de AMLO no alcanza a llegar a los niveles necesarios para ganar contundentemente las próximas elecciones (cosa que honestamente todavía veo difícil), espero con toda esperanza -valga la rebuznancia- que todo el ímpetu y la motivación que supura esta nueva expresión social que estamos atestiguando no se quede en la clásica llamarada de petate que muchas veces define a los movimientos sociales recientes. Las batallas monumentales se componen de muchas derrotas y victorias pequeñas, medianas, enormes. Las guerras monumentales -entonces- se ganan sólo con paciencia y persistencia. Y estando ahí: Nunca a control remoto (pregúntenle a los gringos en Irak).

En el caso de que legítimamente o no, el 1º de Julio los antipriístas seamos vencidos por la maquinaria nauseabunda de esta mafia tan vieja como la nación, será nuestro deber cívico, ético y monumental el no rendirnos cómodamente para volver entonces a la pasividad de siempre. A esto le apuestan el PRI, Peña Nieto y todo el establishment mediático que claramente le apoyan: Hoy están muy nerviosos pero aún por delante. Y cuentan con la complicidad de las instituciones para lograr las pequeñas desviaciones electorales, aquí y allá, que quizás necesiten el 1º de Julio, en caso de que la votación sea tan cerrada como parece que vendrá. Si el antipriísmo no logra una ventaja contundente, los grandes capitales seguramente ganarán gracias a los contubernios que tienen apalabrados desde hace años con el aparato electoral y mediático al que han infiltrado desde que el proyecto EPN se convirtió en una realidad. Realidad a la que -como puede verse en cada calle de cada ciudad- le han apostado una cantidad insultante de dinero flamígero que no cesa de desbordar las arcas de televisoras, periódicos, etcétera, etcétera, etcétera.

Es así que en este último mes de la contienda, y contra todo lo que pensaba hace unos meses, todos los que  despreciamos el priísmo y lo que representa estamos obligados a quintuplicar esfuerzos para lograr que nuestro mensaje llegue a quienes debe llegar. Y el mensaje es muy simple: Un México regresando al PRI es un México perdido, quizás por muchos años más. Y para que esto ocurra, es necesario ir más allá de las redes sociales y las universidades: A muchos de mis más queridos activistas se les olvida que sólo 1 de cada 10 mexicanos termina la universidad. O que sólo 4 de cada 10 tienen un acceso constante a internet. Y que de esos 4, un porcentaje mínimo acude a la red para cosas distintas al simple y llano entretenimiento.

La misión, Jims, si decidimos aceptarla, es convencer a los inconvencibles y no seguir predicando entre nuestros comunes. En las florerías, en los taxis, en las tiendas, en los mercados, ES NECESARIO PERDER EL MIEDO y hablarle a la gente de frente. No temer preguntarle a cualquiera ¿por quién piensa votar? Y en caso de que respondan sin inhibiciones: "Por el PRI", ser elocuentes y recordarles cómo era el México del PRI y quiénes, de entre todos los que han manoseado este país, inventaron la pobreza y la criminalidad que existen hoy.

Mi voto es hoy claramente por AMLO. Los motivos están expuestos en el post anterior y no voy a repetirlos. Pero sí diré que no creo que él -por sí solo- sería capaz de nada. Creo en la incipiente posibilidad que su instauración como presidente podría brindarnos para PARTICIPAR del cambio, a diferencia de lo que ocurre desde hace 24 años, con los Chicago boys. Y créanme: también le temo a los priístas de vieja escuela que se le han acercado recientemente o a los que ha recurrido para revitalizar su campaña del modo que lo ha hecho. Pero, honestamente, creo que él mismo sabe que su repunte es mucho más un resultado espontáneo y ciudadano, que una estrategia que nadie haya ideado dentro de su búnker electoral. Y por tanto, difícilmente podría traicionar a una población tan desinhibida y participativa como la que está pugnando por él en las calles desde hace unas cuantas semanas. Tenemos el poder de elegirlo, sí, pero también de destruirlo rápidamente. A él y a Bartlett y a Camacho Solís y a quien sea. Eso es lo que ha despertado en un pequeño pedazo de México y espero, con toda honestidad, que no sea un mensaje democrático que termine por autodestruirse en cinco segundos.

¿Misión imposible? Ya veremos.






3/15/2012

¿Por quién votar en 2012?

Existen tres opciones:

Una, la impensable. La que no encuentra justificaciones, ni siquiera entre sus más recalcitrantes defensores. La que no sabe por qué ni cómo pero cree en que, al ganar el poder, mágicamente, lo resolverá todo. La siguen incontables priístas, incluso a sabiendas de que su titular es un verdadero subnormal, completamente incapaz de hilar una frase con la consiguiente. Pero la siguen por todo lo anterior: En alguna parte muy retorcida de su alma, creen que si Enrique se transfigura en presidente, todo lo demás se resolverá por añadidura. (Y fallan en cuantificar el grandísimo riesgo de que Enrique, toda vez que resultase investido, podría hacer gala de su estupidez, y desmadrarlo todo). Ay, Manlio Fabio, ¿por qué no te lanzaste en su debido momento? Te juro (y me juro, de paso) que votaría por ti, llegado el momento, si con eso nos libráramos de semejante amenaza copetuda.

La dos, otrora impensable. Hace apenas un año, el desprestigio del PAN hacía pensar que no importaba quién se adjudicara la candidatura, pues el pueblo le castigaría con un tajante voto de desprecio. Pero resultó que una mujercita, pequeña de ideas, de habilidades y de tamaño, pero cuantiosamente astuta y pertinentemente apoyada, se lanzó desde la total improbabilidad hasta el más rotundo de los éxitos internos, apenas hace unos días. Y como la indiscutible Sarah Palin que es, ideológicamente, se ha aprovechado de que en México nadie sabe qué coño es la ideología. Se vende eficientemente como una mujer mujerosa, feminosa, femloable. Una mujer que vale simple y llanamente porque entre las piernas no tiene chile que le llore. Y ahí abajo, en su México bronco e ignorante, hasta le creen feminista. FEMINISTA, le llaman, siendo que es más derechista que las hermanas de Hitler. Que desprecia el derecho a la opción tanto como adora al papa Benedicto XVI. Pero es "feminista". Va "por las mujeres". Y así, piano piano, ha remontado desde un lejano tercer lugar, hasta un peligroso segundo, casi rozando el margen de error, y montada sobre las frenéticas ganas de todos los norteños por que el ejército tome control de todas y cada una de sus plazas. Bendita doctrina Bush, ha de pensar Calderón.

La tercera, impensable desde 2006. Y no por mérito propio -nada más- sino por obra y gracia de Solá, Alazraki, Sariñana y todos los artífices viperinos de la campaña que más daño le ha hecho a México en toda su historia electoral. Pero nadie puede chillar gratuitamente: El señor AMLO dejó la campaña de 2006 con el 33.5 de los votos totales (poco más de 14 millones, si mal no recuerdo) y hoy llega a la de 2012 con poco más de la mitad. Los mismos votos duros de siempre, para la izquierda. Despojado, mayormente por sí mismo, de esos otros 7 millones de simpatizantes que hace apenas 6 años le dieron toda su confianza. ¿Por qué? Por imbécil. Por soberbio. Por sordo y por mudo. Y por tomar, estúpidamente, las calles de Reforma, bajo una legítima petición, pero echándose sobre el lomo el eterno desprecio de un país cuya historia siempre la ha escrito la clase media. Y a la clase media no le convino llegar tarde al trabajo durante 3 meses. Y no le importaba el porqué. Simplemente le aturdía el cómo.

¿Entonces? ¿Qué disyuntiva seguir, enfrentados todos a un 2012 de tan parcas propuestas? ¿Retornar (aparentemente) a la consabida "experiencia" del PRI y su fundamentalismo corrupto? ¿Persistir en el cristerismo "light" del PAN de los absurdos? ¿Devolverle la confianza a quien no supo qué hacer con ella la primera vez, y acabó por minárselo todo, incluyendo el respeto de sus congéneres?


Para empezar, y como lección fundamental, hay que entender que eso del "caudillismo" y el "mesianismo" que tanto les fascina a Fuentes y a Krauze, es principalmente un vicio del elector, y no tanto así del "elegible". Si queremos dejar atrás el caudillismo, por ejemplo, o "no creemos en mesías tropicales", lo principal es "parar de mamar" y/o de adjudicarle nuestras simpatías y preferencias electorales a una persona
que creemos apta o adecuada.

Habiéndonos despojado del caudillismo elemental, lo siguiente es sacar el flexómetro mental y tomar muchas medidas. En este caso, hay que medir lo que el PAN ha hecho por México en sus 12 años de poder, en primera instancia. Los más complacientes dirán que "ha mantenido la estabilidad" macroeconómica. Bueno, otorguémosles el hecho de que el peso no está 2 veces más subvaluado, y que la inflación se ha mantenido en niveles bastante manejables. Sin embargo, esos no son los únicos índices relevantes ni de la OCDE, ni del FMI, ni del BM. México es más pobre que hace 12 años, de acuerdo a la línea de la pobreza establecida por esas entidades. México es el país de la OCDE en el que el salario ha crecido menos. México es un país donde, sí, hay reservas monetarias respetables, pero nada de eso permea respecto a la incuantificable desigualdad que todavía existe entre el campo y la ciudad. "Bendita" estabilidad.

Posteriormente, midamos al PRI. Dejemos atrás su insegmentable período de 70 años, ya que ni se lo ganó ni tenía alternativas. Midamos entonces lo que ha producido de 12 años para acá: Las entidades más peligrosas del país. Gobernadores de clara filiación asesina como Ulises Ruiz, Fidel Herrera, Mario Marín, y...Enrique Peña Nieto. Entidades en situación de miseria pero en las que, sí, hay hermosas obras viales recién inauguradas o en construcción. Nada más. Ni la Coahuila de Moreira, a punta de préstamos ilegales, es hoy un mejor lugar para vivir. Ni mucho menos el Estado de México (que muchos confunden con Toluca o el Paseo Tollocan) es una entidad privilegiada o siquiera amena. Tache para todos.

Y entonces, por último, medir al PRD. Lamentable actuación en Michoacán, indiscutiblemente. ¿Y el DF? Ah, he ahí. Ahí sí hay que parar tantito. En 1997 se eligió por primera vez, democráticamente, al jefe de gobierno del Distrito Federal. Cuauhtémoc Cárdenas apabulló a Alfredo del Mazo y Carlos Castillo Peraza, haciéndose de la primer regiduría del D.F. y que duraría sólo tres años. Un año antes del 2000, delegó el gobierno a Rosario Robles, para contender infructuosamente por la presidencia, una vez más, y la perdió igual que Labastida, contra Vicente Fox. En ese mismo año resultó electo Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno, contra muchas de las corrientes que en ese entonces pugnaron por la candidatura. AMLO se volcó sobre su puesto de forma muy respetable: Conferencias de prensa todas las madrugadas, todos los días. Como para dejar claro que se despertaba temprano, y a rendir cuentas. Sobra decir que el D.F. creció y floreció de forma muy positiva bajo esa primera tutela de AMLO. Hubo, desde luego, errores y traspiés bastante graves: Lobohombo el primero. Tláhuac el segundo. Bejarano, artificiosamente, el tercero y más grave. Pero más allá de la mucha o poca calidad moral que AMLO tuvo como jefe de gobierno, la realidad es que el D.F. terminó notablemente mejor de lo que empezó bajo su mandato. Y lo mismo ha ocurrido con Ebrard, quien venció en 2006 a Demetrio Sodi y Beatriz Paredes para convertirse en uno de los mejores funcionarios públicos que esta ciudad ha visto transcurrir sobre sus espaldas. ¿Errores? Muchos. New's Divine uno muy grave. Conceder la candidatura presidencial posiblemente el otro. Pero, midiendo con la misma vara que al resto, no queda sino admitir que la Ciudad de México ha sido favorablemente impactada por el proyecto perredista en los últimos 15 años, y que hoy el DF es un mejor lugar para vivir, indiscutiblemente, y más allá de los bemoles.


¿Por quién votar, entonces? Despojados de caudillos, la resolución es muy clara. ¿Qué otro proyecto de gobierno ha arrojado resultados positivos a nivel nacional? Ninguno. ¿Qué tanto importa quién encabece el proyecto? Poco en realidad. Importan los mandos medios, como siempre. Importan los que operan, y no los que deciden, aparentemente.

Apenas hace unos días se desató el escándalo "Bartlett" alrededor de AMLO. Los más puristas dentro del movimiento, reclaman que Bartlett fue el artífice del fraude electoral del 88. Y aunque muchos son los mismos que hoy leen a Zabludowsky como si se tratara del Ché Guevara, no se visualizan capaces del beneficio de la duda respecto a Bartlett.

Yo he seguido cercanamente a Bartlett desde el 94. Cuando Zedillo y los tecnócratas comenzaron a ganar terreno, él replegó en su natal Puebla y legisló -o trató de hacerlo- en defensa del petróleo. Y yo dudo mucho que en 1988 haya sido otra cosa que un vil vocero, estrangulado por los huevos, para obra y bien del Salinismo entrante.

Seguro sabe mucho respecto al fraude. Y tampoco me gustaría verlo contendiendo por la senaduría. Pero insisto: El camino ahorita, no es de gente, sino de equipo. Lo único relevante es llevar al poder a una suma de mentes capaces y de probada eficiencia. Juan Ramón -otro priísta, por cierto- ya aceptó su lugar en la idónea SEP del proyecto MORENA. Ebrard también está dispuesto a ser el gran concertador.

¿Otro sexenio de comprobada ineficiencia empresarial? No, gracias. Y aunque estadísticamente resulte improbable, hoy prefiero votar, claramente, por la única alternativa posible ante lo que se viene como otro vendaval de indiferencia.

No hay más: AMLO+gabinete 2012.


6/23/2009

Carta a un amigo anulador

En respuesta a ESTE POST , obra de un buen amigo.


Amiguito:

Me temo que, con toda tu estadística sacada de la manga, no logras argumentar algo congruente. Puedo estar -y estoy- de acuerdo con que los partidos que conforman nuestro panorama político son claramente ineficientes, terriblemente corruptos y absolutamente prescindibles. De eso, a casi ningún votante independiente le queda la menor duda. Sin embargo, en toda tu disertación te olvidas de algo muy importante, y esto es el rehilete de partidos oportunistas que acompañan a las mayorías de PRI, PAN y PRD en el Horripilante Congreso de la Unión.

Pero déjame enumerarte mis retaliaciones, una por una:

1) El voto blanco, de entrada, es carta abierta para que los funcionarios de casilla hagan de él lo que les venga en gana. Así que anular o votar por Mickey Mouse es, de calle, mejor opción.

2) A la estructura de poder que “gobierna” México, le importa un pito la democracia y la representatividad. Prueba de ello es que más del 90% de los diputados uninominales no tiene ningún tipo de vínculo con el distrito que representan, más allá de -cuando se requiere- un acta de nacimiento estatal o algún recibo de luz apócrifo que “comprueba” su domicilio en ese lugar.

3) Dado ese desdén, resulta aún más absurdo favorecer a las minorías y al voto duro con este vulgar “otorgamiento” de la decisión electoral. Es decir: las viles maquinarias electorales aunadas a las mentes más débiles del electorado, en caso de que una mayoría anule su voto, serán las encargadas de perpetuar las estructuras de gobierno, sin que a los partidos les importe un pepino. No, hijo mío, no van a admitir ningún problema por el simple hecho de que uno o dos o cinco millones de personas anulen su voto. Ellos se conformarán con el resto de los imbéciles, y prescindirán de “nuestra” opinión “anulatoria” sin ningún tipo de miramiento que no sea el puramente mediático.

4) Los beneficiarios directos de la anulación, para colmo, terminarán siendo los partidos mirruña: Sí, esos mismos que existen -teóricamente- para el único propósito de dividir el voto indeciso y favorecer el duro. ¿Por qué? Porque el conteo final del IFE no toma en cuenta el voto anulado, blanco o no registrado. Esto quiere decir que si el 50% del electorado anula su voto, el 10% que el “Verde” suele alcanzar se convertirá inmediatamente en un 20% tras hacer a un lado el voto nulo. Y esto, mi querido guachispípiris, implica que obtendrán, para el 2012, el 20% del presupuesto electoral público que el IFE otorga de acuerdo a los votos “legítimos” de la elección anterior. Por ende, querido amigo, le estarás regalando al niño Verde (y a Dante Delgado, de Convergencia, y a Elba Esther Gordillo, del PANAL, etc.) el DOBLE de dinero del que le hubieras dado de no haber anulado tu voto a lo GUEY.

5) Me queda claro que la elección del voto está peor que nunca en estos tiempos. Los partidos hegemónicos son, más claramente que nunca, una masa amorfa de ladronzuelos que juegan a odiarse mientras ordeñan el presupuesto, sexenio tras sexenio. Sin embargo, resulta aún más patético pretender que la no-participación sea una participación significativa y contundente a los ojos de estos ladrones. Invitar a participar vía la no-participación puede ser loable en otro país, o en otro contexto, pero aquí es solamente sintomático de la desidia nacional, y -para colmo- contraproducente frente a las causas que supuestamente ello enarbola. Más facilito: Si votas blanco, o votas nulo, pretendiendo que alguien escuchará ese fallo, reduces todo a lo mediático. Sí: Durante unos meses se hablará de ello en tele y radio. Sí: será un escándalo mayor durante unos días. Pero ¿sabes qué? No cambiará nada en lo absoluto. Los partidos “grandes” dejarán de serlo tantito, mientras que los chicos tendrán más lana que dispendiar, y eso será todo. Luego, en 2012, o incluso mucho antes, la elección volverá a ser tema mediático y el reality show electoral se superpondrá al supuesto “debate democrático” que la anulación pretende generar.

Y claro: Ganará el más guapo. O el más adinerado. O el mejor conectado. O todas las anteriores. Sin que nadie haga énfasis en el voto nulo de la elección intermedia, y sin que se repita entonces. ¿Por qué? Porque un gran porcentaje de los anuladores de hoy, se doblará entonces y acabará por tomar partido frente a la imagen del nuevo caudillo que la tele y demás medios se dedicarán a propagar.

Mientras, el niño verde (a quien acabo de ver hace unos meses dándose sus baños de pueblo junto a 5 guaruras en el “borrego viudo”) tendrá un chingo de lana para vacacionar. Y Kawhagi seguirá lambisconeando a la maestra mientras viaja por el mundo. Y el PAN re-enarbolará sus causas católicas. Y el PRI seducirá al país con Peña Nieto y su Gaviota. Y el PRD jugará a que todo eso “es horribleee” (con tono de Eugenio Derbez).

No amigo. El voto nulo no es la opción. La opción es joderse tantito y votar por el ciudadano que mejor (o menos peor) te parezca. Quien quiera que sea, y quitarle el varo (extra) de las manos a esos adalides del oportunismo. Y luego, si se tienen las bolas suficientes, reunirse y participar en la creación de un verdadero partido ciudadano, libre de corruptos de carrera, y empezar a generar el cambio que -de verdad- le hace falta a este rincón olvidado por la justicia, el progreso y la igualdad de derechos y obligaciones.

Oséase:


No me vengas con mamadas

Carta a un amigo votoblanquista

Amiguito:

Me temo que, con toda tu estadística sacada de la manga, no logras argumentar algo congruente. Puedo estar -y estoy- de acuerdo con que los partidos que conforman nuestro panorama político son claramente ineficientes, terriblemente corruptos y absolutamente prescindibles. De eso, a casi ningún votante independiente le queda la menor duda. Sin embargo, en toda tu disertación te olvidas de algo muy importante, y esto es el rehilete de partidos oportunistas que acompañan a las mayorías de PRI, PAN y PRD en el Horripilante Congreso de la Unión.

Pero déjame enumerarte mis retaliaciones, una por una:

1) El voto blanco, de entrada, es carta abierta para que los funcionarios de casilla hagan de él lo que les venga en gana. Así que anular o votar por Mickey Mouse es, de calle, mejor opción.

2) A la estructura de poder que “gobierna” México, le importa un pito la democracia y la representatividad. Prueba de ello es que más del 90% de los diputados uninominales no tiene ningún tipo de vínculo con el distrito que representan, más allá de -cuando se requiere- un acta de nacimiento estatal o algún recibo de luz apócrifo que “comprueba” su domicilio en ese lugar.

3) Dado ese desdén, resulta aún más absurdo favorecer a las minorías y al voto duro con este vulgar “otorgamiento” de la decisión electoral. Es decir: las viles maquinarias electorales aunadas a las mentes más débiles del electorado, en caso de que una mayoría anule su voto, serán las encargadas de perpetuar las estructuras de gobierno, sin que a los partidos les importe un pepino. No, hijo mío, no van a admitir ningún problema por el simple hecho de que uno o dos o cinco millones de personas anulen su voto. Ellos se conformarán con el resto de los imbéciles, y prescindirán de “nuestra” opinión “anulatoria” sin ningún tipo de miramiento que no sea el puramente mediático.

4) Los beneficiarios directos de la anulación, para colmo, terminarán siendo los partidos mirruña: Sí, esos mismos que existen -teóricamente- para el único propósito de dividir el voto indeciso y favorecer el duro. ¿Por qué? Porque el conteo final del IFE no toma en cuenta el voto anulado, blanco o no registrado. Esto quiere decir que si el 50% del electorado anula su voto, el 10% que el “Verde” suele alcanzar se convertirá inmediatamente en un 20% tras hacer a un lado el voto nulo. Y esto, mi querido guachispípiris, implica que obtendrán, para el 2012, el 20% del presupuesto electoral público que el IFE otorga de acuerdo a los votos “legítimos” de la elección anterior. Por ende, querido amigo, le estarás regalando al niño Verde (y a Dante Delgado, de Convergencia, y a Elba Esther Gordillo, del PANAL, etc.) el DOBLE de dinero del que le hubieras dado de no haber anulado tu voto a lo GUEY.

5) Me queda claro que la elección del voto está peor que nunca en estos tiempos. Los partidos hegemónicos son, más claramente que nunca, una masa amorfa de ladronzuelos que juegan a odiarse mientras ordeñan el presupuesto, sexenio tras sexenio. Sin embargo, resulta aún más patético pretender que la no-participación sea una participación significativa y contundente a los ojos de estos ladrones. Invitar a participar vía la no-participación puede ser loable en otro país, o en otro contexto, pero aquí es solamente sintomático de la desidia nacional, y -para colmo- contraproducente frente a las causas que supuestamente ello enarbola. Más facilito: Si votas blanco, o votas nulo, pretendiendo que alguien escuchará ese fallo, reduces todo a lo mediático. Sí: Durante unos meses se hablará de ello en tele y radio. Sí: será un escándalo mayor durante unos días. Pero ¿sabes qué? No cambiará nada en lo absoluto. Los partidos “grandes” dejarán de serlo tantito, mientras que los chicos tendrán más lana que dispendiar, y eso será todo. Luego, en 2012, o incluso mucho antes, la elección volverá a ser tema mediático y el reality show electoral se superpondrá al supuesto “debate democrático” que la anulación pretende generar.

Y claro: Ganará el más guapo. O el más adinerado. O el mejor conectado. O todas las anteriores. Sin que nadie haga énfasis en el voto nulo de la elección intermedia, y sin que se repita entonces. ¿Por qué? Porque un gran porcentaje de los anuladores de hoy, se doblará entonces y acabará por tomar partido frente a la imagen del nuevo caudillo que la tele y demás medios se dedicarán a propagar.

Mientras, el niño verde (a quien acabo de ver hace unos meses dándose sus baños de pueblo junto a 5 guaruras en el “borrego viudo”) tendrá un chingo de lana para vacacionar. Y Kawhagi seguirá lambisconeando a la maestra mientras viaja por el mundo. Y el PAN re-enarbolará sus causas católicas. Y el PRI seducirá al país con Peña Nieto y su Gaviota. Y el PRD jugará a que todo eso “es horribleee” (con tono de Eugenio Derbez).

No amigo. El voto nulo no es la opción. La opción es joderse tantito y votar por el ciudadano que mejor (o menos peor) te parezca. Quien quiera que sea, y quitarle el varo (extra) de las manos a esos adalides del oportunismo. Y luego, si se tienen las bolas suficientes, reunirse y participar en la creación de un verdadero partido ciudadano, libre de corruptos de carrera, y empezar a generar el cambio que -de verdad- le hace falta a este rincón olvidado por la justicia, el progreso y la igualdad de derechos y obligaciones.

Oséase:


No me vengas con mamadas

11/07/2008

Fear and loathing in Las Lomas...

¿Para qué mentir? ¿Qué buena razón sería suficiente como para hacerse pendejo y farolear con cualquier postura? Está de la chingada, sin duda alguna. Aviones cayendo sobre la ciudad. Ministros calcinados que mueren sobre una alfombra de inadvertidos huéspedes del daño colateral. Nada de lo cual congratularse.

Sin embargo, tengo que admitir (y asumir) mi primera sensación. Y es que, honestamente, no me duele una chingada que el niño azul se haya muerto en el dichoso avionazo. Ni tampoco creo en las aventuradísimas y probablemente pendejas barrabasadas que Carlitos Marín escribió en el Milenio del jueves. Sin ser un pejefan, me atrevo a asegurar que Mouriño no era un hombre "honrado", como el señor Marín se atreve a decir. Por el contrario: Me queda clarísimo que fue ese mismo personaje el que orquestó la efectivísima y muy mierdera campaña que llevó a Calderón de los 20 puntos por debajo, al 0.2 por arriba. Bolcheviques malignos desapareciendo televisiones. Inusuales invitados haciéndose de la vista gorda. Todo por el afán de ganar. Pa que el Opus Dei se sintiera contento. Y lo logró.

Los verdaderos mártires de las Lomas de Chapultepec, equiparables al borrachín de Juan Escutia (ese que se empeñan en pintarnos como un prócer de la patria), fueron los muchísimos afligidos de manera colateral. Los torteros, los puesteros, los tamaleros. Los transeuntes, los que no se la esperaban, los verdaderos aturdidos por el avionazo. Por ellos puedo atreverme a sentir tristeza, solidaridad, desazón. Pues no la debían, ni la temían. Simplemente la mierda les cayó del cielo. Y con ellos me solidarizo.

¿Pero sentirme atribulado por Mouriño? ¿Luego de la enormísima ironía que significó que su avión cayese sobre la fuente de PEMEX? Ni madres. No, señor.

Yo no me compro el baratísimo argumento de que Mouriño era un prócer de la patria. ¿Que si de veras él creía que hacía lo mejor para México? Vale madres.

También Díaz Ordaz estaba seguro que matar todos esos estudiantes era garantía de estabilidad futura. Y Echeverría consecutó el argumento en el Junio negro. Y todos los "malos", finalmente, son hijos de puta creyendo que lo son porque son "buenos", en un nivel ulterior. Ni madres.

No siento la más mínima piedad por Juan Camilo Mouriño. Siento piedad por Aura Estrada, en todo caso, que se murió de un tropezón sin haber chingado a nadie. ¿Pena? Pena por los pobres personajes que andaban por ahí, y que recibieron un avión en sus cabezas así como así. ¿Pena? Pena me da el piloto, el copiloto y la azafata. Quizás los funcionarios de segundo nivel. Pero pena por Ivanciño Mouriño, o por el artífice del desafuero (el tal Santiago Vasconcelos) no siento ninguna. Acaso cierta gracia. Una gracia muy malsana, sí, y muy políticamente incorrecta.

¿Cuándo les importó, a esos dos, el significativo grueso poblacional que se sigue muriendo de hambre? ¿Cuántas veces no se burlaron de modo racista y estupidista, de toda la gente que no tiene para comer, y que nunca les importó nada? ¿Llorar? ¿Llorar por ellos? Jamás. Antes lloro frente a mi propia incapacidad para sentir la realidad, que por esos perpetuadores de la ignominia. Antes lloro por los pobres incautos que recibieron ese avión sobre la cabeza, que por los ingrávidos pobladores de sus asientos.

Llámenme mierda, una vez más. Y esta vez, háganlo con ganas. No siento la más mínima pena por Juan Camilo Mouriño, ni por José Luis Santiago Vasconcelos, ni por nadie que no haya sido daño colateral. Y no sólo eso: Me atrevo a sujetarme a la ley del karma para entender todo el asunto. Y que el señor Calderón se la coma como pueda. ¿Qué tal si no hubiese removido al fascista jalisquillo para poner a su gran amiguito como secretario de gobernación? ¿Qué tal si no le hubiese dado hueva ir a San Luis Potosí a inaugurar su gran acuerdo entre panistas?

Todas conjeturas, todas imposibilidades. Lo cierto es que Juan Camilo está muerto, como muertos están muchos que simplemente iban pasando. Esa sí es una tragedia. La otra, no.

A nadie le agrada que se caigan aviones en plena ciudad de México. A nadie le parece "lindo" que se mueran 40 donde tenían que morirse 8. Es lamentable y es triste. Sin duda.

A mí nomás no me vendan el martirismo oportunista. Que no me cuenten que el tal Iván era un "gran mexicano". Prefiero creer que todo fue simulación, y que el muchacho vive en las bahamas cobrando las rentas de PEMEX.

Y si no, y si de veras se murió, pues que sufran los que tengan que sufrir. Muy poco le importaron los desposeídos como para que ahora se le eleve a la calidad de un mártir. No lo es. No lo fue. No lo será.

El fantasma del tata Lázaro le jaló las patas a ese avión. Iván se murió sobre la fuente de PEMEX, luego de vender la patria en versión light. Que nadie llore. Que nadie diga. Hay mucha gente que no tiene salvación, y que no tiene -tampoco- espacio en los medios, como para que este señorcito se equipare a Martin Luther King. La historia es otra. Y hay que verla con humor negro:

Obama ganó, je.



Ya he recibido suficientes cagoteos acerca de mi insensibilidad y estupidez, mismas (ambas) que no puedo si no abrazar y asumir humildemente.

Pero ¿para qué hacerse g