11/07/2008

Fear and loathing in Las Lomas...

¿Para qué mentir? ¿Qué buena razón sería suficiente como para hacerse pendejo y farolear con cualquier postura? Está de la chingada, sin duda alguna. Aviones cayendo sobre la ciudad. Ministros calcinados que mueren sobre una alfombra de inadvertidos huéspedes del daño colateral. Nada de lo cual congratularse.

Sin embargo, tengo que admitir (y asumir) mi primera sensación. Y es que, honestamente, no me duele una chingada que el niño azul se haya muerto en el dichoso avionazo. Ni tampoco creo en las aventuradísimas y probablemente pendejas barrabasadas que Carlitos Marín escribió en el Milenio del jueves. Sin ser un pejefan, me atrevo a asegurar que Mouriño no era un hombre "honrado", como el señor Marín se atreve a decir. Por el contrario: Me queda clarísimo que fue ese mismo personaje el que orquestó la efectivísima y muy mierdera campaña que llevó a Calderón de los 20 puntos por debajo, al 0.2 por arriba. Bolcheviques malignos desapareciendo televisiones. Inusuales invitados haciéndose de la vista gorda. Todo por el afán de ganar. Pa que el Opus Dei se sintiera contento. Y lo logró.

Los verdaderos mártires de las Lomas de Chapultepec, equiparables al borrachín de Juan Escutia (ese que se empeñan en pintarnos como un prócer de la patria), fueron los muchísimos afligidos de manera colateral. Los torteros, los puesteros, los tamaleros. Los transeuntes, los que no se la esperaban, los verdaderos aturdidos por el avionazo. Por ellos puedo atreverme a sentir tristeza, solidaridad, desazón. Pues no la debían, ni la temían. Simplemente la mierda les cayó del cielo. Y con ellos me solidarizo.

¿Pero sentirme atribulado por Mouriño? ¿Luego de la enormísima ironía que significó que su avión cayese sobre la fuente de PEMEX? Ni madres. No, señor.

Yo no me compro el baratísimo argumento de que Mouriño era un prócer de la patria. ¿Que si de veras él creía que hacía lo mejor para México? Vale madres.

También Díaz Ordaz estaba seguro que matar todos esos estudiantes era garantía de estabilidad futura. Y Echeverría consecutó el argumento en el Junio negro. Y todos los "malos", finalmente, son hijos de puta creyendo que lo son porque son "buenos", en un nivel ulterior. Ni madres.

No siento la más mínima piedad por Juan Camilo Mouriño. Siento piedad por Aura Estrada, en todo caso, que se murió de un tropezón sin haber chingado a nadie. ¿Pena? Pena por los pobres personajes que andaban por ahí, y que recibieron un avión en sus cabezas así como así. ¿Pena? Pena me da el piloto, el copiloto y la azafata. Quizás los funcionarios de segundo nivel. Pero pena por Ivanciño Mouriño, o por el artífice del desafuero (el tal Santiago Vasconcelos) no siento ninguna. Acaso cierta gracia. Una gracia muy malsana, sí, y muy políticamente incorrecta.

¿Cuándo les importó, a esos dos, el significativo grueso poblacional que se sigue muriendo de hambre? ¿Cuántas veces no se burlaron de modo racista y estupidista, de toda la gente que no tiene para comer, y que nunca les importó nada? ¿Llorar? ¿Llorar por ellos? Jamás. Antes lloro frente a mi propia incapacidad para sentir la realidad, que por esos perpetuadores de la ignominia. Antes lloro por los pobres incautos que recibieron ese avión sobre la cabeza, que por los ingrávidos pobladores de sus asientos.

Llámenme mierda, una vez más. Y esta vez, háganlo con ganas. No siento la más mínima pena por Juan Camilo Mouriño, ni por José Luis Santiago Vasconcelos, ni por nadie que no haya sido daño colateral. Y no sólo eso: Me atrevo a sujetarme a la ley del karma para entender todo el asunto. Y que el señor Calderón se la coma como pueda. ¿Qué tal si no hubiese removido al fascista jalisquillo para poner a su gran amiguito como secretario de gobernación? ¿Qué tal si no le hubiese dado hueva ir a San Luis Potosí a inaugurar su gran acuerdo entre panistas?

Todas conjeturas, todas imposibilidades. Lo cierto es que Juan Camilo está muerto, como muertos están muchos que simplemente iban pasando. Esa sí es una tragedia. La otra, no.

A nadie le agrada que se caigan aviones en plena ciudad de México. A nadie le parece "lindo" que se mueran 40 donde tenían que morirse 8. Es lamentable y es triste. Sin duda.

A mí nomás no me vendan el martirismo oportunista. Que no me cuenten que el tal Iván era un "gran mexicano". Prefiero creer que todo fue simulación, y que el muchacho vive en las bahamas cobrando las rentas de PEMEX.

Y si no, y si de veras se murió, pues que sufran los que tengan que sufrir. Muy poco le importaron los desposeídos como para que ahora se le eleve a la calidad de un mártir. No lo es. No lo fue. No lo será.

El fantasma del tata Lázaro le jaló las patas a ese avión. Iván se murió sobre la fuente de PEMEX, luego de vender la patria en versión light. Que nadie llore. Que nadie diga. Hay mucha gente que no tiene salvación, y que no tiene -tampoco- espacio en los medios, como para que este señorcito se equipare a Martin Luther King. La historia es otra. Y hay que verla con humor negro:

Obama ganó, je.



Ya he recibido suficientes cagoteos acerca de mi insensibilidad y estupidez, mismas (ambas) que no puedo si no abrazar y asumir humildemente.

Pero ¿para qué hacerse g